►►►

Está oscuro. Aquí y ahora el ojo abandonado junto al cerebro allá y siempre inician la grabación, recorren las ruinas de una cabeza deshabitada, arquitectura efímera, en continua remodelación, sometida a todo tipo de destrucciones y reconstrucciones, ciudad de los sueños y las pesadillas, sin fronteras definidas, desierto móvil. El ritmo y la naturaleza de sus relaciones cambiantes, la suma de los espejismos y las voces, que describe el radio de acción de la cabeza, las entradas y las salidas, la presencia y la ausencia, definen con total exactitud, con la precisión etérea de una aliento, el instante decisivo de cómo pensar las cosas: cómo pensar-las y cómo pensar-lo, un afuera cegador y un adentro bajo los efectos de una gran conmoción, alianza estelar del ojo y el cerebro, la IMAGEN y el PENSAMIENTO. La idea no tiene otra realidad ni conoce otra sustancia que el carácter, el grabado que señala sus límites, rodeado de un área difusa de visibilidad, artefacto de la imagen. Palabra oscura, piedra negra que destella, emite radiaciones en múltiples longitudes de onda. Una completa determinación en un marco sin referencias, isla entre las nubes, en la que todo ha empezado o no ha acabado aún.