La imago mundi, la imagen de la contingencia, singular y concreta, es la imago cogitationis, la imagen del pensamiento que hace pensar, no se acaba nunca de pensar, la cosa misma impensable, choque sensible primigenio, experiencia paradójica que imprime su energía, su sello de ruptura, en el pensamiento. El proceso que se inicia en la claridad y afuera pronto se desarrolla en la oscuridad y adentro, en un aislamiento sensorial completo, maduración oscura de la impresión sensible, desarreglo general de los sentidos unido a un cerebro privado de estímulos, encerrado en sí mismo. La inercia del movimiento, junto a la angustia y la desesperación, llevan a esta cámara oscura a generar sus propios fantasmas, a recrear un mundo que ya no VE; la alucinación y el delirio se imponen bajo el yugo de la necesidad, la única salida posible al encierro, la cordura producto de la locura. El pensamiento atraviesa un túnel interminable, sin puntos de referencia, como si a partir de esta oscuridad tuviera que volver a salir a la luz, gestar un nuevo tipo de claridad, vislumbrar algún tipo de señal, los límites del espacio intangible en el que está sumergido. El cerebro desconectado debe conquistar, incubar un ojo ciego, nocturno, propio de la noche, para poder reflejarse, visualizar la coherencia de un mundo perdido. La cámara oscura debe convertirse en una cámara lúcida. En las sombras, aparece una débil luz, mancha luminosa, resplandor manchado; el claroscuro es el color natural del pensamiento. La CAVERNA es el momento crucial de la idea, no es el punto de partida, una etapa previa, es el punto de llegada, la nave central del edificio. Es necesario entrar, volver a entrar si cabe, buscar el aislamiento, la inmovilidad, cerrar las entradas y las salidas. Celda de inmersión donde las ideas flotan en un interior cerrado al exterior. Una estancia iluminada a la luz de las antorchas, en silencio, las paredes cubiertas de signos por descifrar, alguien esboza una delgada y tenue línea, temblorosa, en medio de las tinieblas. Pensar es ir de la luz a la oscuridad para crear una luz diferente, fría, engendrada desde un negro profundo, una ausencia total de luminosidad. Encender el foco de la idea, alumbrar el pensamiento, es dar con el interruptor a oscuras, sin saber, poder ver dónde está. (La) INTERRUPCIÓN es el principio.